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FEBRERO 1926
NIDO DE CIGÜEÍtAS, por M. BertueKí.
DOMICILIO
SOCIAL: VIA
LAYETANA, 2.--BARCEL0NA
REPRESENTACIÓN: PLAZA DE LAS CORTES, 6.--MADRID
SERVICIOS DE CORREOS
LINEAS DEL NORTE DE ÁFRICA De Málaga para Melilla y viceversa, diario; de Algeciras para Ceuta y viceversa, diario; de Algeciras para Tánger y viceversa, diario; de Cádiz para Tánger-Ceuta y viceversa, semanal; de Cádiz para Tánger y viceversa, semanal; de Cádiz para Larache, los días 1, 5, 10, 15, 20 y 25 de cada mes; de Larache para Cádiz, los días 2, 6, 11, 16, 21 y 26 de cada mes. LÍNEAS DE CANARIAS De Cádiz, todos los domingos a las 15 horas; de Barcelona (servicio rápido quincenal), el jueves cada dos semanas; de Barcelona (sei"vicio quincenal con escalas en los principales puertos del Mediterráneo y Norte de África), el miércoles cada dos semanas. LÍNEAS DE BALEARES Comunicaciones directas, regulares y rápidas desde Barcelona, Tarragona, Valencia y Alicante para todos los puertos de Baleares y viceversa. Servicio mensual entre Marsella-Palma de Mallorca-Argel y viceversa. SERVICIOS COMERCIALES Línea regular semanal con salidas los jueves de Barcelona para los puertos españoles del Mediterráneo, Norte de África, españoles del Atlántico y Cantábrico hasta Bilbao y viceversa.-Líneas regulares entre Barcelona-Valencia, Barcelona-Alicante-Orán y Barcelona-Castellón-Gan día y viceversa en los tres servicios. Líneas regulares de carácter semanal entre España, Inglaterra y viceversa.
Para más detalles, dirigirse a las (jficinas de la Compañía o de sus Consignatarios en cualquiera de los puertos de España, Baleares, Norte de África, Canarias e Inglaterra.
RrnsTAL TROPAS
COLONIALES
REVISTA D E TROPAS COLONIALES ^ ^
Número 14
PROPAGADORA DE ESTUDIOS HISPANO-AFRIGANOS
Declarada iej utilidad por- R. O. del Ministerio de^ la Guerra d & > 13 dej agosto d e 1925 (D. O . l 7 8 ) .
E.poca l í
DIRECTOR: FRANCISCO FRANCO BAAMONDE
SUMARIO
«El áeneral Franco y la Revista de^ Tropas Coloniale/», página 25—.«No todo es destrucciórv: U n a visita a D a r Riffien», C. L E R I A , pá¿. 26.—«Lo/ címbele/ de^ la paz»,
F. HERNÁNDEZ MIR, páé. 3o.—«El Excmo. señor
don José Marina Veéa», pág. 32.—«El Ataqfue^ de^ A b d el-Krím a la 2 o n a Francesa», Tomás G A R C Í A F I G U E R A S , pá^. 34. —«La abolición del fez y el bolcheviquismo», A m o r B E N O M A R , páé. 38.~«Mariano Bertucki y su labor en Marruecos», A . M. de la E S C A L E R A , página 4l.—«Los cazadores de Tarifa», II, Julio M E N A Z U E C O , pá^. 44. —«Visita de u n a misión militar española al ejército italiano de la Tripolitania», pá^. 45.—«Revista de libros», pág. 46.
« N i d o de cigüeñas», portada en color. P l a n a central, 1492-1936, por- M. B E R T U C H I ; Marruecos pintoresco: Marrakex, «La Palmeraria»; España musulmana: «Sala de Abencerrajes», Albambra; Otro/ origínale/ gráfico/.
Número suelto para el público: U N A P E S E T A . .
REVISTA DE TROPAS COLONIALES
ROCALLA
LA MEJOR. D E F E N / A DE LQ/^ CAJnPAMENTOS
MATERIAL DE CEMENTO AMIANTO COMPRIMIDO
é^í'"-^! •*:--'>£.C*e'
.»*^ >
REPRESENTANTE
EN C E U T A :
DIEGO
PAUL.
ALFAU,
2
FABRICANTES: Ü O S É
ESTEVA
Y
COMPAÑÍA
P U E R T A DEL. ÁNGEL, 1 y 3. - B A R C E L O N A
E l General Franco y la «Revista de Tropas Coloniales»
Al ser promovido al empleo de General de Briéada, por méritos de campaña, el Coronel Franco, puso en manos de esta I^edacción su car^o de Director de la R E V I S T A D E T R O P A S C O L O N I A L E S , ante la posibilidad de ser destinado por el Gobierno de S. M. a distinto territo* rio o a la Península. Entendiendo que esta circunstancia no impediría al General Franco desempeñar tan acertada y brillantemente como hasta aKora la dirección y orientación de la Revista, hemos rogado y obtenido del distinguido general, continúe como hasta el presente, como cuando permaneció en Xauen o en Alhucemas, honrándonos con su dirección. Al ruego se han adherido todos los colaboradores más asiduos y auto« rizados de esta publicación, habiéndonos dado expresivas muestras de su adhesión, entre otros muchos, los señores Lobera, Rodolfo Gil (Amor --J -_!. --J *^ Benomar), Hernández Mir, García Figueras, Aríjues, Cerdeira, Allendesalazar, ViUalta, Dahdah y Leria. t - 5_K ^^ t *
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La plaza de armas del acuartelamiento de Riffíen.
NO TODO ES DESTRUCCIÓN
UNA VISITA A DAR-RIFFIEN
ORRE el automóvil profanando la paz de égloga de los campos, cuando, de pronto, al doblar un recodo, unas descargas de fusilería ahogan el gruñido del motor. El auto se para en seco. ¿Qué pasa? Las descargas se suceden a nuestra izquierda, graves, acompasadas y acusan gran disciplina de fuego. Estamos, esto se adivina, en los altos de Dar-Riffien. A nuestros pies, sobre la playa, frente al mar en calma, trabaja y se prepara pai^a la guerra esa perfecta organización de combate que se llama una Bandei-a. ¡Magnífico espectáculo! Frente a la inmensidad física del mar la inmensidad moral de estos hombres, con sus abismos 3^ tempestades. Y también con su sei^enidad y fortaleza. ¡Qué soldados! ¡Qué mundo de recuerdos y esperanzas! No hay más que verlos para comprender que son capaces de hacer lo que han hecho. ¡Tizzi-Azza! ¡Kudia Tahar! ¡La Retirada! ¡El Desembarco! He ahí episodios de una nue^-a Iliada a los que solo falta, como al Adno generoso, el transcurso del tiempo para alcanzar el nivel de gloria de los inmortalizados por el ciego poeta de Esmirna. No hay más que verlos para adivinar que serán capaces de hacer lo que les queda por hacer: Continuar la historia de España, en ese estilo épico, tan levantado, tan sííyo, tan legionario, que no parece sino que lo sublime ha sentado plaza en la Legión. No hay más que verlos tan orgullosos de sí mismos y del cuerpo del que forman parte; tan obedientes, tan disciplinados, pero al mismo tiempo con ese aire inconfundible de gente audaz y aventurera que, en su apogeo fisiológico, no ha perdido el f entimiento de su propia confianza e iniciativa, para presentir que estamos presenciando la resurrección de algo que creímos perdido para siempre, ahogada su históiica realidad y existencia en la marea creciente, uniforme, vulgar y democrática de la civilizición moderna; de algo que el mundo asombrado vio actuar en otra época en Flandes, en Italia y en esta misma África; de algo que ya deja de ser un puro concepto intelectual, o un simple desahogo literario, y toma cuerpo y encarna entre nosotros en una espléndida realidad, pues [real y verdaderamente pasan ante nuestros ojos, ahora, soldados, en toda la extensión de la palabra: por vocación, de profe-
C
sión, de corazón. No haj^ más que verlos, en fin, para apreciar que en sus pechos germina la semilla de las nobles virtudes que constituyen la esencia de la grandeza militar: obediencia, espíritu de sacrificio, amor al peligro. Mientras tanto, el descarado sol africano, oculto hasta entonces discretamente tras un cendal de nubes, como si fuese un sol bien educado, recobra, bien pronto, su gesto fanfarrón }" entrometido 5^, tras una brusca aparición, curiosea por la plajea. Seguramente al alumbrar de nuevo, tras tanto tiempo, a un soldado español se habrá sentido rejuvenecer el viejo sol que se nos puso en Flandes. Quizás por eso pique tanto: la alegii'a que se le viene a los rayos. Alegría, por lo visto contagiosa, pues ha despertado y puesto en movimiento a toda una sinfonía de colores que dormitaba aburrida en la playa. Bajo un cielo de cobalto el mar resplandece j el ag-ua pura y virginal al recibir el cálido beso del sol, toma ruborizada irisaciones de nácar y de piedras preciosas: turquesas, lapislázulis, zafiros, rubíes, amatistas que se mueven, agitan, apagan y encienden mostrando deslumbrantes su oriental magnificencia. Florecen en la playa las rojas amapolas de los banderines de peligro; rasgan el ambiente las llamaradas de los fogonazos; aletean las banderas como vistosas aves tropicales; pasan rítmicas unas secciones, al compás de una música guerrera, como tropas espartanas saturadas de bizarría y optimismo, y el sel refleja sus rayos y se quiebra, en una cortesía luminosa, al ponerse en contacto con las limpias armas españolas Verdaderamente eí de una gran visualidad el acto de prepararse para dar o recibir una muerte colectiva. Lo que explica que, como mariposas ante la luz, se hayan rendido a discreción, ante los Ejércitos los pinceles de los grandes pintores militares, maestros del color. Triunfo no por incruento menos glorioso. ** * —Pues bien, si queremos ser sinceros—dicen a mi lado—hemos de reconocer que el méiito grande de la Legión no está en su preparación guerrera, con ser tan magnífica, ni en sus glorias militares, con ser tan excelsas; no está ahí, pues después de todo ese es su oficio, sino allí
rosa: la fé, que mueve las montañas. Y contra toda clase de obstáculos opuso el temperamento moral de su gente, (".ente decidida, entusiasta, exalUida, arrancada y ;por qué no decirlo? medio loca. Pero no haj- que asustarse; de los medio-locos es el porvenir. Ningún hombre sensato pasó a la historia. Es esa medio locura tan castiza, esa enfermedad nerviosa que tanto se llevó en España a principios del siglo XVI, de ese siglo nuestro tan heroico y tan desequilibrado: la fiebre de gloria, lisa es la que enardece y desequilibra a estos hombres de la Legión, que solo se diferencian por actuar en escenario más modesto de los El General Franco abraza al Coronel M Valdivias, de los Cortés, de los al devolverle el mando del Tercio. Pizarros, de los Poni-e de León, de los Grijalvas y de Y señalan a Dar-Riffien, la ciudad legionaria. tantos locos inmortales que, sin oír más informe que el Allí es donde surge y se aquilata su extraordinario de su espada, establecían colonias y fundaban ciudades mérito, incuestionable, decisivo, aplastante..... Y, sobre por esos mundos En cambio, en este siglo, la enfertodo, insospechado. ¡Parece mentira que una ciudad tan medad española es la s^rippe. Propia de gente sensata y bella, tan limpia, tan bien organizada, haya salido de buenas costumbres que se enfría en cuanto sale a la manos de esos hombres de guerra! ¡que sea la obra de intemperie, fuera de casa. esas manos, que no sé por qué-, nos habíamos de figurar siempre como garras ensangrentadas, que se complacen No limita sus aspiraciones la Legión al resultado en la destrucción 3'en la muerte! ¡Construida por obtenido. Ha creado un pueblo y no le basta. No se militares no dá ninguna sensación cuartelera! ¡Un cruza de brazos. Incansable desborda por los campos vecinos su campaña pacífica y colonizadora. Heredera encanto! ¡Entre usted y verá! Y, efectivamente, apenas dejamos atrás el arco de del espíritu y tradiciones de la legión romana puede triunfo de su entrada no somos dueños de contener aplicársele la frase de Montesquieu: Teme a la ociosidad nuestra admiración. Una ciudad nos sale al piso bella, más que al enemigo. Por eso, merced a su trabajo felimpia, alegre, coquetona, no obstante haber presidido cundo, miles y miles de árboles frutales y maderables las armas su nacimiento; una verdadera ciudad con un toman con sus raices, en nombre de España, larga y pavimento firme, igualado, sin baches; con su plaza continua posesión de terrenos, hasta ahora, incultos y espaciosa a la que avaloran edificios como el del casino, baldíos; pomposas vides festonean colinas enteras, antes tan entonado y elegante; con su central eléctrica, donde cubiertas de ¿-«Aa; las ortigas y las jaras se han visto 5^, como funcionan modernos motores Diesel; con sus tres gran- desalojadas por las hortalizas y las verduras una mancha de aceite, la labor Y el cultivo se van exdes depósitos de agua, uno de ellos capaz de contener tendiendo por la tierra virgen, que cruje desflorada bajo 500.000 litros Una ciudad, en fin, en la que todos sus edificios son ¡de mampostería! Y con eso está dicho el peso de los fuertes arados «brabante, de subsuelos y todo. Es necesario conocer el Marruecos español para al poderoso empuje de sus rejas se entrega vencida y apreciar lo que eso significa. Sencillamente que ha se abre en amplios surcos fecundados. dejado de ser el centro de gravedad de todos los barraUna ganadería floreciente y una granja modelo, que cones de madera, que en el mundo han sido, a contar desde el Arca de Noé. Obra exclusiva de la Le• ^ "' gión, debida a su solo esfuerzo, la ciudad surgió en mmm estos campos al solo conjuro de la buena voluntad de estos hombres, que saben pelear y vencer, y también saben edificar nada menos que un pueblo, en estos tiempos. Asombra pensar la cantidad de energía y entusiasmo que habrán tenido que derrochar en este siglo de crítica, de dudas, de excepticismos, de obstáculos técnicos y estorbos administrativos que entorpecen el paso de toda obra fecunda. Pero contra el espíritu del siglo esgrimió El General Franco y el Coronel Millán la Legión un arma podeen la solemne trasmisión de mando.
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huele a zotal, complementan j auxilian la campaña agrícola, Lucidas piaras de cerdos, murmurantes y
res 3^ guerreros. Y casi se podría apostar a que les superamos en el buen trato al ganado. Basta observar la cara de satisfacción que ponen estos hombres, de almas tan enérgicas 3^ activas, tan sanos espiritualmente 3^ tan esforzados en la guerra, cuando les rodea un rebaño como dándoles la bienvenida por su vuelta de Alhucemas, de pelear con los moros. Escena que es una reminiscencia de los tiempos heroicos... Basta obser-
^ » t|t# Mil';
El arado moderno en Rifien-
El Comandante Badía organizador de los servicios agrícolas de Rifien.
gruñones, como esa gente descontentadiza, pero que de todo se aprovecha, salen a los campos, inmunes a los contagios^por obra de variadas vacunas profilácticas. Los cien cerdos en r' ceba, por encima cada uno de las diez arrobas, forman un verdadero mar de carne, con sus olas de grasa, y garantizan al soldado una serie indefinida de comidas pantagruélicas, pues excusado es decir, que todos los rendimientos de la ganadería 3^ la agricultura van a parar a la cocina del soldado, para beneficiar su comida. Numerosos rebaños de ovejas dan a este pueblo militar la nota bíblica de los antiguos pueblos de la Caldea y la Mesopotamia, pasto-
var el afecto que el pastor pone en sus llamadas; como coge a los corderinos, que buscan a su madre; el mimo con que los coloca bajo el maná de las ubres repletas, y el entusiasmo con que relata los trabajos realizados para la obtención de una raza depurada de ovejas, raza legionaria, obtenida a base de raza indígena, beneficiada con unas gotas de sangre merina, sometida luego a una inteligente selección¡Oh, los pastores, los
o b r a s de desmonte en Rifien
La granja agrícola de Rifien.
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hortelanos, los gañanes de la Legión! No son seguramente ellos los menos interesantes y curiosos. Son hombres «de menor resistencia», como con frase gráfica se les llama, a quienes accidentes de guerra dejaron inútiles para el servicio; pero cuyo resto de energías y aptitudes se utiliza tan ventajosamente como acredita el suceso. Así ese pavero, sordo por una explosión, que sólo sale de su mutismo para recitar a los pavos escenas del Tenorio; así ese porquero, alemán, que sólo entiende a sus cerdos, y que quedó algo atontado en la campaña... Y tantos otros.
—¿Qué tal? — me preguntan. — Qué nos dice usted? —Que con gente como esa, que entretieae sus ocios haciendo un pueblo, se puede ir a todas partes. El auto reanuda su marcha.
C. LERIA.
Fotos Ros.
Nuevas edificaciones.
¡Qué magnífica primera materia para una obra de colonización seria j profunda a disposición de cualquier Gobierno! ¡Que a todo buen legionario cumplido le den con condiciones razonables, un terreno, unas semillas, un arado y un fusil... y que le entren rifeños!
La tarde se va, la protección se retira y el tiempo apremia. Hay que volver al automóvil.
Elleáionario pastor-
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PARA LA CAZA DE ALONDRAS
LOS CIMBELES DE LA PAZ
11 A donosa embajada Gordon Canning pudo tal vez J l . producir sorpresa en el ánimo de muchas gentes; * pero ni la causó, ni podía ocasionarla en el de los que creemos conocer las normas de la política rifeña y seguimos con atención las fases de su desarrollo. Es un procedimiento, hábil si se quiere, pero inocente en el fondo, que esta vez se encaminaba a vivificar el fuego del pacifismo latente en la mayoría de los ciudadanos franceses y que en el fondo encubría sin duda propósitos de mayor arreciamiento en la campaña. Abunda en hechos análogos la historia de nuestras recientes campañas; y hay entre ellos uno que viví muy de cerca y que bien a pesar mío no pude a la sazón hacer público, porque a las cuartillas en que lo relataba se les negó el «exequátur», indispensable entonces para su divulgación. Fué en Abril de 1923. Hallábase en Madrid el señor Silvela, Alto Comisario de España en Marruecos, y recibió un despacho fechado el 2 en Tetuán que era como para echar a vuelo las campanas de regocijo. El comandante de la plaza de Alhucemas participaba la visita de un emisario de los urriagueles anunciándole que celebrada «jonta» de notables de esa kabila, y de las comarcanas había acordado entrar en tratos de paz con el representante del gobierno español, solicitando que al efecto se designara personalidad debidamente autorizada. Se contestó inmediatamente, díciéndoles que fuesen ellos los que hicieran la solicitud en forma, para lo cual debei^ían enviarla a Tetuán; y pocos días después allí la recibía el Alto Comisario "de modo que parecía indicar en los solicitantes un firme deseo de hacer más que a paso el clásico sacrificio de la ternera. El día 10, en conferencia telegráfica decía el señor Silvela al general Vives, Comandante general de Melilla: «Haga saber a Sid Mohamed ben Abd el Krim el Jatabi (tío de Abd el Krim y jefe de las kabilas reunidas) que acojo con simpatía su pretensión y que le ruego concrete los proposiciones, para en su vista preparar la conferencia que pide». A lo que contestó el Jatabi reiterando que estaban dispuestos «con mucha satisfacción» a entablar negociaciones para llegar a una paz beneficiosa» y tenían designados representantes que acudirían a la playa de Alhucemas cuando los nuestros fuesen. El día 13 salía de Ceuta el «Reina Regente» con el general Castro Girona y el intérprete señor Cerdeira. A las 6 y 15 de la mañana del 14 entraba el buque en la bahía de Alhucemas y hasta el siguiente día a última hora no se pudo entablar el diálogo porque un violento temporal de Poniente obligó al buque a buscar refugio en Cala-Viña. Desembarcó el señor Cerdeira y fué recibido en la playa por Abdalah Budra, Mohamed ben Buyibar y Bel Cristo, los cuales, después de darle la bienvenida y de asegurarle que celebraban la designación del general Castro porque le estimaban y admiraban mucho, propusieron que las conferencias se celebrasen en tierra de Alhucemas. Se les dijo que el lugar de.signado era la plaza; pero su negativa fué rotunda: «Mientras la paz no esté hecha, dijeron, nosotros no pisaremos el Peñón». Y agregaron: «Como los tratos han de ser largos y requerirán por nuestra parle consultas frecuentes, hemos habilitado en Axdir una casa para reunimos. Allí está todo dispuesto; y pai'a que no tengáis sospechas de nosotros, estamos decididos a entregaros los rehenes que deseéis, sean los que fueren». La respuesta fué adecuada. No era que se dudase de la buena fé de ellos; pero la representación española no podía ir a donde la quisieran lleA^ar, sino a donde tuviese por conveniente. En consecuencia, de no reunirse en la plaza, las convei\^aciones serian en el mar a bordo de una canoa del «Regente». Un plazo de 24- horas se tomaron los diplomáticos rífenos para contestar a ese punto determinado; y como transcurrido, aun insistiesen en la pretensión de que el
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general desembarcara, ofreciendo rehenes sin limitación de calidad, ni de número (lo que no podía aceptarse porque la orden del Gobierno de Madrid en sentido contrario era terminante), deliberaron 24 horas más y concluyeron por decidiese a ir a la canoa. En ella celebróse el día 17 la primera entrevista. Constituían la representación moruna: Sid HammuK ben Sid Moham ben Ahmed, de Beni Uri^iaguel, presidente. Mohamed Buyibar y Abdalah Budra, de la misma kabila; 3^ Anguita y Aakel, de Bocoya. El general Castro era acompañado por el intérprete señor Cerdeira. Inició Budra la conversación, con un discurso ampuloso en el que expresó que las kabilas deseaban la paz y lamentaban que se hubiese interrumpido la relación amistosa en que siempre vivieran con España, cuando nuestras autoridades cambiaron de proceder. Expuso a la vez su esperanza de que la nación española, generosa siempre, diera al olvido el pasado. Llevaba en esa tarea trazas de no concluir en varias horas, por lo que el general tuvo que interrumpirle, rogándole que fuese conciso. No se amilanó Budra ante la interrupción, y tras de insistir en los conceptos consignados suscitó nuevamente el tema de que las conversaciones continuasen en Axdir. Y ante la táctica manifiesta de convertir la canoa en un salón de sesiones de un parlamento largo, el general tomó la palabra y dijo en síntesis: Que España concedería la paz pedida por ellos, siempre que tuviera por base «el expreso y total reconocimiento del ejercicio de sus derechos y de las obligaciones propias del Protectorado, así como también la debida satisfacción al Ejército español». La respuesta fué inmediata y también categórica: «Se dará, dijeron, una satisfacción completa, adecuada a los sacrificios del Ejército; pero todo cuanto se trate y estipule habrá de ser a base del reconocimiento expreso y oficial, por parte de España, de la soberanía e independencia absoluta de los rífenos en su territorio». «Esto convenido, agregaron, todo lo demás que podáis querer es para nosotros secundario y queda- desde este instante admitido». Ahí hubiera terminado la entrevista y la negociación, si el general Castro se hubiese dejado llevar de su natural impulso; pero, siempre dispuesto al sacrificio en interés de España, optó por aprovechar la ocasión de sondear hasta el extremo al enemigo para conocer todo el alcance de sus ambiciones. Así, les dijo: —«¿Qué entendéis por independencia del territorio? ¿Cuáles son los límites de este? —«No comprendemos la duda,—contestaron.—Los conceptos de soberanía e independencia que nosotros tenemos son los mismos, exactamente los mismos que se emplean hablándose de naciones y países libres. Plena libertad de acción en el gobierno de un país por sus naturales, sin intromisión alguna extraña». «Fundándonos, siguió Budra, en esa libertad de acción elegimos a la nación española para establecer con ella relaciones de compenetración de intereses, dándole a cambio un monopolio total 5' definitivo. De ahí vendrán ingenieros, comerciantes, industriales, hombres de ciencia que promuevan el desenvolvimiento de actividades, que hagan surgir riqueza, aprovecliando los elementos que aquí existen, y que nos impulsen por caminos de progreso. Y habría de ser tan completa esa colaboración que si por acaso, en cualquier momento peligrasen el orden o la integridad del territorio, os pediríamos fuerzas para mantenerlos. Así, viviríamos en armenia absoluta, sin necesidad de tutelas que riñen con el exacto concepto de independencia de un país». «Por ahora, continuó, cerno, depuestas las armas, el orden sería completo, no necesitaríamos la intervención de vuestro ejército de operaciones. Y en cuanto a
límites de nuestra inñuencia/consideramos que de hecho se extienden a la mayor parte de esta zona, incluso Guelaya». —;Guelaya?—interrumpió el general. —En realidad,—contestó Budra—nos preocupa únicamente la suerte de las kabilas que nos siguen en la actitud adoptada y de las que por su situación pueden ejercer influencia en el resto de la zona».. Conocido ya el alcance de las pretensiones de los urriagueles era indispensable hablar alto y claro, para evitar más equívocos. Y el general Castro se expresó en los términos siguientes: «España tiene en Marruecos una misión, impuesta por Convenio de las naciones civilizadas. Era necesario implantar en el Imperio de que formáis parte los adelantos del progreso, y a ese fin se encomendó a Francia en una región y a España en otra el ejercicio del Protectorado. Por eso estamos aquí; por eso hemos tenido que penetrar en los territorios rebeldes al nuevo régimen; y por eso también hemos necesitado apelar a la fuerza de las armas cuando se pusieron obstáculos materiales a nuestra labor generosa. Además, no sólo fueron las naciones reunidas las que impusieron este régimen que habrá de ser por encima de todo; fué vuestro propio Sultán, Muley Hafñd, quien en 1912 firmó Tratados solemnes aceptando el Protectorado. Asi, pues, vuestra resistencia afecta a la autoridad legítima del Imperio, y nuestro Mandato es de cumplimiento ineludible e inalterable, entendedlo bien, ¡inalterable e ineludible!» »La única autoridad legitima pai-a vosotros es la del Jalifa, emanada del Sultán; y a ella tienen que subordinarse todas las kabilas de la zona, sin excepción, ni preferencia para ninguna.» «Nosotros podemos perdonar las ofensas, que España es generosa y grande en su generosidad misma; pero no podemos ni queremos jamás faltar a nuestros deberes y a nuestros comi^romisos. Por eso se os requiere a que meditéis muclio antes de tomar una actitud definitiva, porque nos obligaríais a emprender otro camino que se recorrería sin vacilaciones hasta poneros en trance de un sometimiento incondicional. El olvido y el perdón son posibles; pero el abandono de nuestros compromisos internacionales y de lo que nuestra dignidad exige, eso jamás lo esperéis de nosotros». «Además, no se pretende privaros del libre ejercicio de la facultad de gobernaros por vosotros mismos. Designaríais vuestras autoridades por elección y se os daría representación en el Majzen, cerca del Jalifa». »Ese es el plan que España os presenta. Escoged ahora el camino que os plazca; y no os quejéis luego ante las naturales consecuencias de vuestra conducta». Budra tomó la palabra y dijo: Que el acta de Algeciras es un papel mojado. Que el régimen protector es contrario al ideal de independencia de los pueblos. Que si el Rif lo admitiera sacrificaría definitivamente su personalidad internacional. Que lo ofrecido por España era la independencia administrativa (Istk-lal-Idari), régimen insuficiente para el desarrollo de los proj^ectos de la región. Que no aceptarían jamás representa :ión en el Majzen; y Que a los sometidos de ambas zonas, española y france.«a, los desprecian como pueblos muertos que se despojan del derecho a la independencia. —«Nos consideramos independientes, agregó aún Budra; y en ese plan de vida oficial hemos de constituir un Sultanato demócrata, con Asamblea, con sus Concejos, con todo lo que los pueblos libres más modernizados realizan en la práctica de la ciudadanía, de tal modo que el Rif llegue a tener la prosperidad que sus riquezas naturales le brindan. Nunca tuvimos, ni necesitamos la colaboración del Majzen; y en cambio aceptaríamos gus-
tosos la de España que si se aviniese a darnos apoyo para este régimen disfrutaría una situación de privilegio porque corresponderíamos con larguezaasuprotección». Solo cabía el ultimátum. Y el general, en posesión de los informes que deseaba conocer, puso fin a la entrevista diciéndoles: «Podréis tener independencia para administraros, para designar vuestras autoridades, para disponer de lo que, siendo vuestro, constituye la riqueza de la región. Pero lo que no conseguiréis jamás es que España deje de recibir la reparación que exije y que merece, ni mucho menos que falte a los compromisos solemnes que contrajo para realizarlos en el Norte de Marruecos. España ocupará, de grado o por fuerza. Quilates, el Morro y la playa de Axdir. Y vosotros, como las demás kabilas, habréis de quedar sometidos a la autoridad del Majzen. Si sobre estas dos bases firmísimas estáis dispuestos a negociar, abierto os queda el camino. Si os obstináis en otra actitud será inútil seguir hablando. Iríamos entonces a lo que os hemos querido evitar». • Hicieron mella, sin duda en el ánimo de los negociadores, las enérgicas y contundentes manifestaciones del general. Apartáronse, en animado cabildeo, y al cabo de deliberación dijo Budra: «Nuestras instrucciones sólo alcanzan a lo que os h e m o s manifestado. Necesitamos, por consiguiente, consultar a la colectividad; y pedimos un aplazamiento. Esta misma tarde o mañana a lo sumo, se os dará respuesta escrita». Asi terminó la entrevista. Y como ni ese día ni el siguiente llegase la ofrecida carta, escribió el general al Jatabi, diciéndole que si no había pronta decisión daría por terminados los tratos. Muy pronto llegó entonces la respuesta que fué del más puro estilo moruno. Ante la actitud de España era preciso estudiar un nuevo plan, y convenía el aplazamiento de todo durante una semana. También convenía que España nombrase una comisión definjitiva, más amplia, para seguir paso a paso las negociaciones que por fuerza habrían de ser largas. Solicitábase que esa comisión estuviera integrada por elementos militares y civiles competentes; y después de indicar que negociaciones de esa índole no debían celebrarse en la superficie de las aguas (siempre el deseo de tratar en Axdir) manifestaba Hammux ben Ahamed: «Al propio tiempo hacemos saber a V. E. que Sidi Mohamed ben Abd el Krim no puede directamente entablar negociación alguna con vosotros a causa de que la mayoría de los trabajos, cual no ignoráis, se tramitan sin ese requisito, sin que por ello ningún asunto, fuere el que fuere, aun íntimo, pueda definitivamente suscribirse sin su previa aprobación». El «Regente» levó anclas para Río Martín; y una vez en Tetuán, el general y el Alto Comisario dieron cuenta al Gobierno de Madrid que, con error evidente (según a la sazón no hube de recatarme en manifestar a quien debía saberlo) encargó de continuar la negociación a Dris ben Saíd y Dris er Riffi, sin que valiesen a impedirlo las atinadas y prudentísimas observaciones del señor Silvela. El epílogo de esa negociación escribíase poco después a la vista de Tizzi Azza. Abd el Krim no había querido otra cosa que ganar tiempo y disponer, entre tanto, un golpe contra nuestra posición extrema, con el único fin de provocar otro 1921. Y es que la historia se repite, sobi'e todo cuando se trata de los procedimientos a que el enemigo apela para situar sus peones en el tablero de la campaña.
F. HERNÁNDEZ MIR.
Madrid, Enero 1926.
E l Excmo. Sr. D o n José M a r i n a Ve^a
P R E V I S T A DE TROPAS COLONIALES P
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O N la muerte del general Marina Vega desaparece uno de esos brillantes militares—ya van quedando pocos—pertenecientes a la generación que marcó el tracto de nuestras guerras coloniales americanas a nuestras campañas en el norte de África. Aún podíamos ir más lejos y recordar que el ilustre General se batió brillantemente en la última guerra carlista en la que alcanzó el empleo de Comandante. Estas tres actuaciones de Marina,— todas felizmente desenvueltas—en la guerra civil, en Cuba y en Marruecos, a más de sus servicios en Filipinas, hacían de él un General de máxima experiencia, aclimatado y adaptado en campañas tan peculiares, tan «sui géneris» como las que España soportó en estos dos últimos siglos y cuya singularidad ha exigido en cada una de ellas una especialización y preparación, nada fácil de adquirir en nuestros Generales j'Jefes y oficialidad. Así pues, cuando en el año 1909 estalló la efervescencia rifeña y la agitación marroquí iniciaba el complicado problema cuya trascendencia ya se adivinaba, España encontró en el general Marina, Gobernador Militar de Melilla, el hombre que las circunstancias exigían y que si allí no hubiese
estado, allí habría sido preciso llevarlo. España fué entonces sorprendida por una guerra en la que la dureza, la tenacidad, el espíritu guerrero del enemigo y su habilísimo dominio de las ventajas del terreno no eran sospechadas. Hoy en día, después de estas últimas llamaradas de ferocidad, después de la extensión e importancia que la rebeldía y la campaña han alcanzado en nuestra zona y en la asignada a Francia, es cuando se podrá juzgar bien justamente la actuación de Marina el año 1909 y cuando estamos en condiciones adecuadas de observación y de crítica para rendir al ilustre General fallecido todo el merecido tributo de gloria y admiración. Ahora es cuando podemos juzgar de sus aciertos y de sus éxitos j meditar un poco acerca de lo que entonces habría significado la inexperiencia, la vacilación o la impericia en el mando militar de Melilla. Merece para nosotros el general Marina la gratitud particular de haber sido uno de los primeros alentadores y apadrinadores de esta Revista; por eso nos enorgullece publicar aquí su subscripción autógrafa, una de las primeras recibidas. ¡Que la Patria sepa guardar con veneración y reconocimiento el recuerdo debido a tan ilustre muerto!
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ESPAÑA * * » MUSULMANA
G R A N A D A : ALHAMBRA, SALA DE ABENCERRAJES
El
ataq[ue de A b d - e l - K r í m
a la Zona. Francesa
RESUMEN DE LOS ACONTECIMIENTOS
ndicábamos en el resumen anterior los objetivos a alcanzar por parte de franceses y españoles en esta época de forzosa paralización de las operaciones militares en gran escala: en definitiva se trata de la explotación de los éxitos militares de septiembre y octubre impidiendo a Abd-el-Krim recuperar su quebrantado prestigio y de asestar nuevos golpes al bloque rifeño aumentando su disolución. El logro de estos objetivos prepara de un modo muj'favorable las futuras acciones. En tal aspecto hemos de señalar en el plazo que comentamos (10 Enero-lO Febrero) éxitos de gran importancia en el frente Norte francés de Marruecos y en el campo de las relaciones diplomáticas entre ambos paises cuya colaboración es cada día mejor comprendida y más fecunda. Los esfuerzos militares de Abd-el-Krim han fracasado en ese período, sus tentativas en las altas esferas europeas queriéndose amparar en un falso anhelo de paz han tenido en los gobiernos y en la opinión pública la desdeñosa acogida que merecen. Finalmente el viaje a Madrid del ilustre caudillo Mariscal Petain ha tenido como resultado, aparte del interés que a nadie escapa, mostrar bien de relieve cuanta es la decisión de Francia y España de poner fin, con una colaboración leal, a la pesadilla de Marruecos. Cerrábamos el pasado resumen señalando una acción intensa de Abd-el-Krim sobre el frente del Uarga desde los Beni-Zerual hasta Marnissa y muy especialmente por esta parte, con el fin de contener el efecto que producían en las kabilas vecinas los éxitos de Amar Hamido. La actividad enemiga se señalaba especialmente hacia Tafrant, en el frentede los M'tiuas y contra Amar Hamido. En los días 10 y 11 de enero, los puestos de Tafrant, Bibane, etc. son atacados, asimismo los aduares de Beni-Zerual que se habían sometido al Majzen. El ataque a Marnissa en esos mismos días comenzó con éxito para los rífenos viéndose obligados los de Amar Hamido a retroceder. Muy pronto recibieron éste y los sometidos al Majzen el auxilio francés, auxilio inmediato por aviación, artillería y fuerzas supletorias y apoyo más lejano por columnas francesas. Los partidarios de los Grupos de Fez y Taza efectuaron operaciones para proteger a los sometidos librándoles de los ataques que sufrían de los rebeldes; estas operaciones tuvieron lugar al Norte del macizo de los Senhayas consiguiendo además ampliar notablemente la zona de seguridad de la comunicación Fez-Taza. Los de Amar Hamido comenzaron también a reaccionar y se hicieron fuertes sin qiie los rífenos pudieran alcanzar su objetivo, poblado de Tanjut. El gran temporal de lluvias paralizó las operaciones. Esta paralización perjudicaba a Amar Hamido que no quedó en situación desembarazada siquiera esta situación fuese equilibrada por el éxito de los grupos de partidarios que señalaban en su avance una amenaza sobre los BeniAmret 5^ de consiguiente sobre el flanco derecho del ataque a los Marnissas. Esta kabila de Beni-Amret juega ahora papel importante. Habiendo llegado Amar Hamido al límite de ella comenzó muy pronto a extender su influencia; de haber obtenido pleno éxito hubiera resultado un saliente demasiado inquietante para Beni-Urriaguel y Targuits, por eso Abdel-Krim se ha apresurado a contrarrestar la influencia de Amar Hamido, Beni-Amret se encuentra dividida y estas luchas por obtener su adhesión han de revestir gran importancia. La situación algo comprometida de Amar Hamido determinó, para su auxilio, un movimiento de grandes núcleos. Por el Este Amar Hamido con su Harka, por el Centro el Kaid Bachir con elementos de Tesul, Branes y Senhaj^a. Por el Oeste los de M'tiua y Jaia con apoyo regular francés. La vanguardia indígena de este grupo iba mandada por el Coronel Nieguer. Mas al Oeste, hacia Bibane, Jaia y Mesaraua se efectuaron también operaciones de limpieza. El 16 de enero comienzan las operaciones que se desarrollan con éxito creciente. Por el frente de M'tiua es tomado el 19 Tauarta, mahakma rifeña de extraordinaria importancia por ser cabecera de un camino carretero que conduce a Targuits y a Axdir. Los partidarios franceses encontraron numerosas organizaciones defensivas que refleLA SITUACIÓN Y LOS MÉTODOS DE ABD-EL-KRIM jan la actividad de este verano último y el escaso poder actual de Abd-el-Krim que carece de fuerza para oponerse Basta comparar la facilidad relativa con que han sido a este avance. Los Gueznayas ocupan la mahakma rifeña ocupados objetivos tan importantes como Tauarta y el Bede Beraber derrotando al enemigo y obligándoles a inter- raber con el papel que jugaron en el pasado verano, la aconarse, asimismo ocupan el Maali (18 y 19). Las afortunadas metividad de las harkas en la actualidad y en abril de 1925,
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operaciones de los partidarios en el frente de Beni-Urriaguel (Uarga) determinan (19) la sumisión del Kaid Meld Ali Ben Ábdeselam, uno de los más valiosos y entusiastas lugartenientes del cabecilla rebelde. La aviación francesa cooperó de un modo eficacísimo al éxito de estas operaciones efectuando numerosos vuelos de reconocimiento, y bombardeos. Los efectos de todos los órdenes de los éxitos anteriores se dejaron sentir bien pronto. El 20 los partidarios pudieron continuar su avance en M'tiua, someter Taumet el Kesur (15 kilómetros al Norte de Sker) y llegar a los límites de Ketama. El poblado de Tauarta se somete también así como los m'tiuas del llano. La totalidad de Mezarua y Meziat queda sometida igualmente. La cresta de Dar Ra'michBibane es ocupada por los partidarios; los rebeldes se replegaron a Tazerane. En parte de Beni-Zerual y Jaia produce gran impresión la sumisión del Kaid Ali El Urriagueli y comienza a hablarse de la paz. Estas operaciones han ido ampliando la zona de seguridad a vanguardia de la línea francesa en la que solamente queda ya un entrante rifeño: el determinado por los valles de los ríos Amzez y Aulai que corren de Norte a Sur y vienen a verter sus aguas al Uarga. Comprende en primer término la kabila de Jaia y a retaguardia de ella la de BeniZerual. La sumisión de Mezaraua hace alcanzar la orilla izquierda del río Amzez; la sumisión del Kaid Ali permitirá una acción sobre la derecha del río Aulai; tal vez ambas determinen la extrangulación de dicho saliente. En el campo rifeño los éxitos señalados han dado origen a nueva reacción; esta se señala, de una parte, en BeniUrriaguel, Beni-Zerual y M'tiua y tiene como finalidad recuperar la infiuencia en Tauarta e impedir que el Kaid Urriagueli amplíe su acción; se señala también en el frente de los Gueznayas y Marnissas. Algunos ataques rebeldes a aquellos partiendo de Arkob se han señalado; una amenaza seria se dibuja al cerrar este resumen sobre Beraber, el Maali y Tamjut que ocupa Amar Hamido. La concentración rifeña se hace en Targuits, donde Abd-el-Krim hace cuanto puede por reunir un núcleo de importancia que con el apoj^o de algunos cañones puedan derrotar a Hamido y detener de nuevo su influencia sobre Beni-Amret. La aviación francesa bombardea intensamente las concentraciones rebeldes. Nuevo temporal de lluvias ha detenido los propósitos de Abd-el-Krim imposibilitando los movimientos por las crecidas de los ríos, estado de los caminos, etc. Y al cabo de un mes justo los sucesos se presentan con la misma interrogante que el 10 de enero j ' la ansiedad es justificada teniendo en cuenta la gran influencia futura del resultado del empeño planteado. En el antiguo frente del Oeste la situación ha variado poco: conversaciones de los Guezayas, Erhonas y BeniMestaras, suspendidas por la presencia de rebeldes para reanudarse más tarde. Tiroteos de partidas rebeldes a las posiciones o servicios en esas etapas de paralización política, mayor intensidad en los bombardeos aéreos de castigo, en las mismas épocas...; en general ninguna amenaza seria por parte del enemigo ni un gran progreso de la acción política por la indecisión de los que están a vanguardia de las líneas y no sienten aún de modo imperioso la necesidad de decidir su actitud. Una operación afortunada hay que registrar en el frente del Atlas Medio; las fuerzas de la región de Mekmez al mando del coronel Loustall han ocupado la posición de Tagouzalt que domina las fuentes del Muluya y las del río el Habib. Esta ocupación se estima de importancia en relación con dicho frente por ejercer influencia sobre fracciones disidentes que se han distinguido por su tenaz rebeldía. En los mandos hubo las siguientes alteraciones: El General Boichut se posesionó del mando superior de las tropas francesas en Marruecos cesando el General Naulin. El General Mongin ha sido nombrado Jefe del Gabinete Militar del Residente General Steeg; el coronel Huot, jefe que que fué de los Servicios de Información y Asuntos Indígenas, ha tomado el mando de la Circunscripción de Taza. Se habla del destino a Marruecos con una misión especial del General Mittelhauser, actualmente jefe de la misión francesa en Checoeslovaquia. Finalmente, se anuncia para muy en breve la llegada a Marruecos del Mariscal Petain.
para llegar al conocimiento del quebranto del cabecilla rifeño. Desde Alhucemas y las operaciones de los franceses en gran escala no ha tenido un momento de respiro, no le ha sido posible ni organizar el bloque ni impedir las sumisiones que le restan elementos, hombres y prestigio. Las surnisiones en Zona española le cierran cada vez más el camino de Tánger, donde sus agentes se movían con libertad, y aumenta su desconocimiento de la situación real al propio tiempo que pierde contacto; v la época favorable para operar se acerca a pasos agiganta'dos. Hasta en los métodos se aprecia su quebranto. Falto de fuerzas fomenta la política tradicional de lucha entre las kabilas, de efecto pasajero ]' muy peligrosa para su porvenir ya que las habitúa a no apoyar ni esperar apoyo de los vecinos, con lo cual es más fácil el vencerlas, mucho más teniendo en cuenta que ya están minadas por el descontento de una lucha continuada a la que no le ven ningún beneficio. Los procedimientos son los mismos: encuadrar las idalas de las kabilas con elementos rífenos y oponerse a las sumisiones u obligar a seguir su causa mediante una política de terror. Pero las kabilas alegan pretextos para no ir a engrosar su harka y algunas le desobedecen, señal inequívoca de que no le temen. Partidas de bandoleros en otras dan golpes afortunados que llevan la zozobra y la inquietud al país dándole un nuevo motivo para odiar la guerra. Abd-el-Krim hace circular por aduares y zocos que los éxitos de los franceses son pasajeros; que él es celoso de la prosperidad de su pueblo, y por eso en esta época de la siembra debilita su fuerza militar para dedicar los hombres a las faenas agrícolas, pero que pasadas éstas su triunfo (??) será rotundo. A pesar de todo esto 3^ teniendo en cuenta que Abd-elKrim conoce que su vencimiento es a plazo fijo y que nada puede esperar de la política, puede asegurarse que intentará un supremo esfuerzo antes de abril, con objeto de buscar a toda costa un éxito militar de importancia que sea la base para adquirir rápidamente (no hay que perder de vista Ja impresionabilidad de los marroquíes) una situación mejor, que explotada luego, le permita restablecer su prestigio y dominar algunas kabilas que se le escapan hoy. Tal será, sin duda, su intención. También lo era aprovechar el invierno; precisamente el fracaso de sus propósitos le impone ahora imperiosamente la reacción.
LA ACCIÓN FRANCESA
En este orden político es útil hacer resaltar que las kabilas al hacer su sumisión entregan rehenes que van a vivir a las ciudades (leemos que muchos de ellos han sido llevados a Fez) y que el Kaid Ali el Urriagueli ha hecho entrega, además, de una cuantiosa fortuna como demostración de la lealtad de sus actos. Realmente todas las medidas que se tomen, con seriedad y tacto, para asegurarse de los propósitos de una población "tan tornadiza, habrán de encontrarse siempre justificadas. La excelente marcha de los asuntos en el Protectorado vecino, por lo que respecta a la zona de seguridad del frente, plantea una cuestión de indiscutible irnportancia. Esas kabilas actualmente en relaciones de amistad ¿recibirán mayor apoyo en lo sucesivo? Precisamente ese carácter tornadizo, el no tener más norma que inclinarse del lado de la fuerza, la manera especial de combatir entre ellos, no dando la importancia que nosotros al retroceder si no estiman la oportunidad favorable, hace que se mire siempre con algún recelo una situación que existiendo hoy puede no existir mañana. Unas declaraciones hechas por el General Pruneau al desembarcar en Francia procedente de Marruecos se refieren a esta cuestión. Ha dicho que la marcha tan favorable de la acción política pudiera no hacer necesarias operaciones de gran escala, añadiendo que bastará al mando, para asegurar la sinceridad de estas sumisiones, llevar las fuerzas de primera línea hasta la periferia de la zona francesa, de manera que queden protegidas eficazmente las tribus adictas. Ello quiere decir, en definitiva, que se quiere consolidar la favorable situación actual y que la exacta solución es la ocupación militar de todo el territorio. (Con el menor esfuerzo sin duda, y dejando totalmente desarmada la retaguardia a medida que se dan los saltos sucesivos). Como opinión aislada o como expresión de un sentir general las declaraciones del General Pruneau merecen señalarse y no será estéril reñexionar sobre ellas.
LOS VIAJES DEL RESIDENTE GENERAL
El fracaso del cabecilla rebelde en el frente francés ha sido consecuencia de los métodos empleados por nuestros vecinos. La utilización en gran escala de las fvierzas complementarias (harkas, idalas, etc.) puestas en manos de kaides prestigiosos, el apoyo de la aviación, de la artillería y hasta en algunos casos el de las columnas, la constante movilidad de las unidades que no han encontrado obstáculo en las lluvias ni en los caminos intransitables, han sido las determinantes del éxito. Con la ventaja además, del entrenamiento adquirido por estas unidades que las pone en condiciones inmejorables para las operaciones que se avecinan. Una vez más la movilidad constante dá en Marruecos los mejores resultados. Esta actividad ha estado al servicio de una intensa y provechosa labor política que ha sido cumplidamente elogiada por el Residente General y comprendida en toda ,su amplitud por Francia. Realmente la labor es palpable y las sumisiones logradas y la zona de seguridad proporcionada al frente, son unos resultados de gran elocuencia.
A poco de regresar de la Metrópoli Mr. Steeg ha emprendido un viaje al Sur. Salió el 13 de enero para Marraquex donde se detuvo, visitando también Mazagán y Mogador. Es una excursión muy interesante porque el sistema de los grandes kaides, base del Gobierno en aquella región, es objeto de estudios y discusiones entre los elementos protectores; el problema merece dedicarle atención y Mr. Steeg habrá querido estudiar por sí todos los factores del mismo. En los primeros días de febrero visitó el frente Norte, deteniéndose en Taza y Fez. En Taunat fué saludado por los sometidos recientemente y tuvo ocasión de felicitar a los que tan brillantes éxitos habían obtenido. En el sector de Taza visitó Kifane y las posicioues del sector imponiendo la Cruz de Guerra al Kaid de Marnissa Aamar Hamido. Con estos viajes Mr. Steeg adquiere datos reales y completa los elementos de juicio para el mejor éxito de su difícil misión. Para el 22 de marzo se anuncia en Túnez la conferencia Norte-Africana a la que concurrirán Mr. Viollette y Mr. Steeg.
Tomás GARCÍA FIGUERAS.
Larache 10 febrero 1926.
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LA TRAVESÍAIAEREA
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DE PALOS A BUENOS AIRES
1492-1926 Dibujo de M. BERTUCHI
MARRUECOS PINTORESCO
M A R R A K E X : UN RINCÓN DE LA PALMERARIA
(Foto Franqlín)
Un rincón del estudio de Bertuchi, Foto Calatayud-
Mariano Bertuckí y su laboi^ eiv Marrueco/
Hace mucho tiempo que deseo hablar de Bertuchi en la «Revista de Tropas Coloniales», que tanto debe a su gran talento artístico y a su desinteresada cooperación, aun más entusiasta y eficaz en días harto difíciles y penosos para nuestra empresa. En este número, que representa ya dos años en la inagotable y siempre ascendente labor del maestro como Director Artístico de nuestra querida Revista , me complace cumplir la justicia de ofrecerle en nombre de cuantos en ella, brillante o modestamente intervenimos, el homenaje merecido de nuestra admiración, nuestra gratitud y nuestro cariño.
no es exclusivamente un pintor marroquí', pero sin g-énero de duda es actualmente el pintor marroquí por excelencia; sobre todo y muy principalmente, Bertuchi no es un pintor marroquí improvisado. Esta maii'na cualidad merece consio-narse, ya que Marruecos, desde que tan tardíamente empezó a sonar en los oídos de los españoles, ha .sido _ v silgue siendo el jardín cultivado de la improvisación. El arte y la literatura solamente, llenarían folios y folios del proceso severo e inquisitorial que debería hacerse de un pecado tan español. Cada desastre, cada campaña, cada sacudida del problema africano, ha traído al Marruecos septentrional y costero bandadas de hombres, con legáis, sa/ « c o / o sombrero de tela, y camisa kaki de almacén cuartelero, que se han puesto afanosos a emborronar cuartillas, dibujar croquis, trazar planes, pintar acuarelas... y al fin, se han repleg-ado otra vez sobre la metrópoli como una ola henchida de oportunismo y sensacionismo, toda vacía y artificial, dejando una labor externa,
LERTUCHI
frágil, anodina y pasajera, como las espumas del mar en las arenas de la playa. Pero no, nuestro gran colaborador artístico, no vino a Marruecos ni el año nueve, ni el trece, ni el veintiuno ni tampoco en el A'einticuatro; he aquí un español que no ha necesitado un «barranco del Lobo», un Igueriben, ni ninguna otra amargura ni trance doloroso de la patria española en Marruecos para enterarse de que este existía allí, frente a Tarifa o Cádiz, y que era un país explotable para los rebuscadores inquietos del oro de la oportunidad y de las incongruentes pasiones nacionales. Amó y comprendió a Marruecos, años antes de que las ambiciones europeas se sentasen delante de una mesa para hacer la autopsia del desplomado Imperio, para volver boca arriba las cartas de todas sus concupiscencias y de todas sus intrigas y para inventar el Protectorado que es ahora nuestra pesadilla. Aun perduraba por inercia el esplendor de Mulej" i íassan, y aun el Imperio era el Imperio y aun los estirados diplomáticos de Europa y America, tras una larga maicha desde Tánger, no exenta de penalidades y riesgos, se disputaban encelados el honor de ser recibidos por el Sultán en su imperial residencia de Marrakex. 'i^odavía preponderaba nuestra sabia política del statii 7?/o que tan .sagazmente salvara O'Donnell después de su victoriosa campaña. ^'a entonces, había adivinado el exquisito maestro el tesoro artístico de este país envuelto en un inconcebible misterio y había empezado a penetrar en el espíritu de un pueblo tan torpemente observado a través de narraciones fantásticas, de tópicos vulgares y de una eru-
dicón islámica y marroquí de Q-uardarropía y oropel que era entonces el patrimonio de la maj^oría de los intelectuales españoles. Arranca la in\estidura africana de Bertuchi de una encantadora incidencia de su vida, una ingenua anécdota de su niñez, que parece reveladora del destino. No es único el caso, un grano de arena en el camino de la vida ha encauzado hacia su propio ñn torrentes de actividad j"- de talento. Flallándose Bertuchi con sus padres en Granada, y cuando apenas contaba nueve años, acertó a pasar por la espléndida ciudad sultana, el ya ilustre Anibal Rinaldy, intérprete que había sido del Duque de Tetuán en la campaña de 1860 e insuperable cooperador de la diplomacia española en Marruecos. Su amistad con Don José Bertuchi le ocasionó el admirar las obras y las condiciones sobresalientes del casi infantil artista. Demostró deseos de posar ante el caballete de Bertuchi hijo y este le ofreció en efecto un retrato al oleo, ya trabajado con la energía, la espontaneidad y la ligereza que tanto le caracterizan. Verdaderamente complacido, quiso corresponder al homenaje del muchacho con un regalo digno de su obsequio. «Dime lo que mi'is quieras, hubo de decirle cariñosamente»—Emocionado el pequeño maestro expresó maravillado un infantil capricho, acaso acariciado de largo tiempo y con que quería enriquecer su estudio.—«Quiero un traje auténtico de moro,—contestó con el tono con que aquel rey legendario pidiera la camisa de un hombre feliz.» Río Rinaldy la ocurrencia y dispuesto a complacerle le hizo observar la gran variedad de indumentarias, no sólo en Marruecos, sino en todos los países islámicos. Con tal ocasión la feliz palabra de Rinaldy y su gran amor hacia Marruecos trazaron elocuentemente un luminoso cuadro del país, digno del pincel de Bertuchi. «Mejor será, le dijo al fin el gran Rinaldy, que te vengas conmigo allá y escojas el traje a tu gusto.» De entonces acá,... casi hace treinta años, aún busca Bertuchi su traje de moro. Desde Marrakex a Tánger y desde Rabat a Melilla, Bertuchi ha visto y pintado susis y fasis, yebalas y rífenos, ricos }• pobres, mercaderes y guerrilleros, soldados y artesanos, y sus vestidos talares, casi bíblicos, caen con una exquisita realidad sobre los hombros morenos o las recias espaldas, con una verdad plástica tan inimitable, que es una de las características del maestro; creo honradamente que ningún otro pintor sabe hacer llevar al moro su complicada indumentaria con la naturalidad y distinción con que la visten los moros de líertuchi. Más el genial artista parece no haber hallado su traje de moro; se cree capaz de alcanzar cada día una mayor y r/,ás íntima compenetración, con el ambiente, con el espíritu, con el sentido, con la ascendencia de este complejo país, donde las razas se delinean tan fieramente, donde los caracteres étnicos parecen estancarse y que sin embargo tan burdamente confunde y embrolla en sus cerebros—aún los cultivados—la gran mayoría de los españoles. La gran sinceridad artística de Mariano Bertuchi es hija natural de su gran dominio del dibujo, de una exacta y preciosa sensación del color y de una retentiva de percepción realmente maravillosa. Sus lineas enérgicas, vigorosas, tienen el orgullo y el empaque de lo definitivo y aprisionan rotundamente la inspiración del artista; esa primera y genial impresión de las sensualidades exquisitas que suele escapar y desvirtuarse en la difícil lucha que aquel ha de sostener con la fría materia—el lienzo y el color, el barro o el mármol—para hacer objetiva y plástica la emoción estética. Estas grandes cualidacles que se suman en la que se ha llamado en literatura difícil facilidad, le permiten exteriorizar lo que siente y piensa, con toda llaneza, con toda verdad, sm mixtificaciones ni torceduras y sin recursos artificiales. La técnica del maestro no ha sido caprichosamente simplificada ni abocetada—como creen los críticos vulgares—por simple intención de efectismo; quien haya seguido y estudiado la labor de Bertuchi desde sus plomeras obras marroquíes hasta el momento presente, podrá comprobar una laboriosa y marcada evolución aún, activísima, que desde la natural y lógica preocupación y admiración hacia Fortuny llega a la genial y convincente expresión y técnica actuales de tan expléndidos efec-
tos 3' que alcanzan todavía un grado más de avance en algunas celas, aún no brindadas al público, que el maestro resei^va para la exposición Ibero-Americana de Sevilla y que sólo algunos íntimos amigos han podido admirar. Una larguísima permanencia en África, sin otras alternativas que las brillantísimas campañas en tierras, andaluzas—anotemos también una emocionante colección taurina con aciertos no comunes—le ha hecho compenetrarse con una luz y con un ambiente en que se ahogarían muchos grandes dominadores de su arte; a esas circunstancias responde la técnica de Bertuchi. Marruecos no puede ser visto ni interpretado sino bajo esa forma sintética, simplísima en que el maestro nos. lo hace contemplar. El sol y la sombra indomables, durísimos 3' hoscos en el Mogreb, tan terribles en la lucha y tan rudos de vencer como los bárbaros bereberes de sus montañas, no admiten las modalidades académicas de la pintura, como la guerra en Marruecos no es la guerra de los tratados de táctica 3^ estratégica, consagrados en el arte militar. El sol rebosante, implacable, munda todos los colores 3' abrasa, como en las llamaradas de un incendio, todos los matices tenues o mediocres que no sean susceptibles de soportar una vibración tan enérgica y anormal 3' únicamente deja supervivir esas rudas coloraciones simples que son como verdaderos gritos de la luz 3' que sólo un gran temperamento artístico, después de una penosa y larga adaptación, puede aprender a armonizar 3^ a vencer. La sombra que es cortada 3' geométrica, espesa e impenetrable, cae bruscamente como un telón de fondo sobre las hondas barrancadas 3^ los estrechos Aballes,allá en la campiña 3' sobre las angostas rúas, los tenebrosos túneles y los negros zaguanes en las viejas ciudades, mientras el sol todavía rabia encendido en los agrestes, picachos, rojos como ascuas, o se mira aún vencedor 3' deslumbrante en los altos y desnudos torreones de la casbah o en los ágiles minaretes alicatados de las mezquitas. Bertuchi, como hacía observar un crítico francés en ocasión de una de las exposiciones del maestro en la vecina Zona, no es por excelencia el pintor de sol marroquí, que lo es también de la sombra. Sabe ver las divinas descomposiciones de la luz en esas orgías cegadoras del astro re\^, casi fuera de la potencialidad orgánica de los mortales, y sabe uncirlas para siempre al triunfo encantador de sus paisajes y de sus escenas, en pleno campo; rpero y la sombra?... En ella el artista bucea y rebusca siempre con éxito y en su lobreguez, al parecer vacía, halla siempre las más puras tonalidades del espectro, que parecían humildemente refugiadas en los poéticos rincones para no ser arrastradas y expatriadas por la huida del sol. Bástanle en estos trances para iluminar sus lienzos, a veces los altos reflejos del sol sobre los blancos torreones, ya el fresco resplandor de algún espeso parral, bienhechor refugio en las horas del zenit o bien algún atrevido y contumaz ra3'0 de sol
BertucKi en su última campaña tetuaní'.
•que penetra aceradamente en la oscura callejuela, se posa sobre la blancura lanosa de las chilabas o los jaiques y rebordea o-raciosamenle los personajes como un halo "de divinidad... Aquí es donde Bertuchi recoja esos cobaltos divinos y esos violetas tan puros, esos amarillos de oro viejo,y donde sabe destacar las siluetas bíblicas, semihebráicas de los moros urbanos, en la ociosidad casi no interrumpida de las largas siestas marroquíes... La sinceridad artística de Bertuchi trae una consecuencia práctica y muy nacional, cuyo gran interés debe ser aquilatado. El" lápiz y el pincel ae nuestro querido maestro—con casi treinta años consagrados al país—han ido desenvolviendo una labor de crítica y de depuración de roturación y desbroce de la enmarañada y fantástica selva de nuestra leyenda musulmana marroquí, verdaderamente asombrosa y que parece j-a coronada por el éxito. Existe, de ello no hay duda, una absurda lej-enda española de Marruecos, una leyend a en que se yuxtaponen la tradición an'ibiga, las leyendas orientales que aquellos nos importaron, los cuentos de las Mil y una Noches, las fogosidades de nuestros romances fronterizos de los siglos xv y xvi, los relatos maravillosos de viajeros y de personajes de los pasados siglos, aventureros y disparatados, que apenas si a Marruecos se refirieron, todo lo más a turcos y árabes: todo ello complicado, mixtificado y fantaseado en las mentes roniiínticas de nuestro': escritores poetas y artistas de los siglos xvui y XIX engendró un Marruecos literario falseado y orientalizado, entenebrecido, sangriento, fanático}' casi caricaturesco, cuya realidad muy pocos españoles se preocuparon de contrastar, cruzando en un par de horas la rizada cinta azul que separa Calpe de Abyla. Bertuchi, con algunos escritores—pongamos en primer término a don José M." de Murga (a) el «Moro Vizcaíno», que abandonaba moribundo este país cuando a él arribaba nuestro artista—nos ha acercado a Marruecos y ya que no hemos querido venir hacia él, obrando el contramilagro budista, ha hecho que Marruecos venga hacia nosotros. Pero un Mogreb humano y plácido, un Marruecos de espíritu más abierto y fondo menos complicado y oscuro, en que todas sus manifestaciones tienen una interpretación francamente realista y humana y cuj'O exotismo, para nosotros los españoles, es menos fundamental, menos profundo y más exterior de lo que nos habían hecho creer. En los cuadros de Bertuchi no se respira ya esa tenebrosidad terrorista y algo sangrienta, que aún parece velar los geniales aciertos de su homónimo Fortuny. Estos moros de Bertuchi ya no nos inspiran terror ni misterio ni hondas preocupaciones; los encontramos j^a muy al margen del i'omancero, de las aventuras de Simbad y de las A^oluptuosidades de Scherezada. El maestro no ha querido engañarnos; y el harem y el eunuco y las pieles de tigre y las plumas de pavo real, no
se alinean en su honrada paleta. Ni tampoco las desnudas esclavas blancas}' palpitantes, ni las huríes encadenadas ni el terrible verdugo con sus curvas cimitarras damasquinas, ni el cazador de venados al galope de un corcel «veloz como el simoun del desierto...» ¡Qué lástima!, diría un romántico muy siglo XIX. ¡Qué acierto! dirá quien conozca Marruecos y sepa donde vibra su nota artística. ¡Qué labor! añadirá quien sepa algo de la importancia que el conocimiento de la realidad psicológica y espiritual tiene en la política de los pueblos!... Nosotros los españoles tan dolidos de la spagnolada y del abuso que Europa y América han hecho de nuestraspanderetas y de nuestros madroños, podemos atestiguarlo! Aun nos queda una nota, la más saliente, la más simpática y la más digna de mención en el africanismo de Bertuchi. Nuestro admirado colaborador no regateó ni en una sola ocasión su formidable concurso a cuantas iniciativas se plantearon en Marruecos con algún aval de seriedad y solvencia patriótica, que pudiesen redundar en bien o en gloria de España y de Marruecos. Su cooperación en la IVEVISTA DE TROPAS COLONIALES bastaría para definir el temperamento de Bertuchi en este particular. Mas el maestro, no obstante sus merecimientos, tantas veces oficialmente reconocidos y proclamados en concursos y exposiciones—a los nueve años era socio de honor del Liceo de Granada como consecuencia de una de ellas—y su condición de Académico de la de San b'ernando, ha permanecido constantemente al margen de la vida oficial; sólo esporádicamente se ha solicitado su concurso por algún Alto Comisario de grata memoria para los dos países. La gran nación vecina parece haber comprendido m;is hondamente la utilización del artista y del arte en la obra protectora y civilizadora y por ello ha asociado íntimamente a la labor oficial el talento de grandes maestros cuya fructífera actuación, espléndidamente ñorecida, constituye acaso el éxito más definitivo y simpático de Francia en Marruecos. No debiéramos echar en olvido este tan contrastado acierto, ni dejar de reconocer que han sido la actividad y el esfuerzo extraoficial y privado, sin apoyo las más de las veces y aún amargado por el desvio público en otras muchas, los que han contrapesado tan eficazmente este imperdonable olvido del aspecto sentimental y artístico que en la misión educadora y vivificadora del protectorado, ha de tener necesariamente importancia transcendental.
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LAS T R O P A S C O L O N I A L E S DE R E C L U T A M I E N T O Y SU A C T U A C I Ó N E N LA C A M P A Ñ A
FORZOSO
Los Cazadores de Tarifa
II
'N' empieza la liberación en el sector Teffer-.Mexerah por la de l)ar-el-Atar el 9 de noviembre. El sistema que se sigue consiste en restablecer antigaias posiciones desmanteladas y establecer otras nue\'as, para tener puntos de apoj^o que puedan auxiliarse mutuamente y garanticen las comunicaciones con retaguardia. Y así, jalonando el camino con puestos fortificados y sangre generosa de aquellos soldados, que poseídos de su p a p e l d e libertadores, con gesto vigoroso y alto entusiasmo, avanzan alegres y decidores ante toda suerte de peligros para salvar de las garras enemigas a unos hermanos suyos, que, a pesar de las muchas penalidades sufridas, aun tienen arrestos para mantener, con soberbia de héroes, enhiesto el pabellón español en los más altos picachos de la elevada sierra, en los más hondos 3- lejanos valles... asi, sin desmayos en la empresa, se llega e! 10 a Teffer, el 11 a Muires. el 14 a Serij-a, el 16 a Mexerah, el 18 a Ain-Rapta y Amaro;ot, el 23 a Fed-dan Yebel y la Zanic, el 24 a jacobi y Sidi Selin, etc., etc. La llegada a las posiciones asediadas es de lo más emocionante que pueda imaginarse. Oyense vivas, vense lágrimas en rostros curtidos de peludos a quienes embarga un sentimiento que parece reñido con sus barbazas y sus largas melenas; los abrazos, las preguntas innúmeras se prodigan; el entusiasmo se desborda entre los que llegan y los que esperaban con fe, con fe que algunas veces se apagaba para volver a lucir esplendorosa. Y cuando se organiza la evacuación nos encontramos con que muchos de ellos no tienen fuerza para andar... Están famélicos, esqueléticos... Fué el espíritu, el vigor del alma de la raza, el que con ellos obró el milagro... Y es preciso llevarlos en artolas, en camillas a otros. Sin embargo, de vez en cuando, aparece alguno que se niega a ser evacuado en esa forma y se obstina en ir por su pie, y aun tiene fuerzas para llevar consigo su maleta y unos cuantos trastos intítiles, que sin duda debe tener en alta estima... En los grandes campamentos y en algunas posiciones que es necesario conservar son sustituidas sus guarniciones por la columna y las asediadas marchan a retaguardia para reorganizarse. Queda la columna en el corazón de la montaña, y de ella va saliendo como entró, paso a paso, metódicamente, después de retirar ei inmenso material acumulado y de evacuar las posiciones que no son indispensables para la seguridad del vivac o campamento; y asi, a pesar de que el enemigo, dominado por su afán de rapiña o de dificultar la retirada, ^'a concentrándose en masas cada vez mayores a medida que se abandonan las posiciones más avanzadas, sale la columna, sin apresuramientos, el 8 de diciembre de Mexerah, el 10 de Muires y el 14 de Teffer, llegando el mismo dia a Toatof. El 16 evacúa la posición de Dar-elAtar y las establecidas para asegurar el avance, y el 18 sale de Toatof y llega a Alcazarquivir, quedando terminada la evacuación del sector Teffer-Mexerah. Empréndese ahora la del sei'tor Beni-Gorfet y BeniMerqui y el 21 llega a Inmáa-el-Tolba, el 22 establece la posición de Hayera Tuyla, el 23 la de Guerzula, el 1." de enero la de Buhandín y el 5 evacúa las posiciones de Maraya y Kolea. Al mismo tiempo va estableciendo las posiciones que han de constituir la nueva y definitiva línea, tales como Axtota, Teixc, etc. El 12 artilla Rapta, el 26 evacúa Hiaj^ y Buesaf y el 28 Sidi-Iíozman y en días sucesivos establece otras desde Megaret, entre ellas Xarquia el 7 de febrero, que artilla, quedando terminada la evacuación del sector y el establecimiento de la nueva línea. En estas operaciones—desde el 30 de octubre al 7 de febrero—la columna llevaba como tropas de choque al
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(irupo de Regulares de Larache, a la bandera del Tercio,, y algunas veces a mehal-las y barcas del Melali y Arbi D'Ámond; de modo que la misión del Batallón no ha sido Ici ruda de vanguardia; pero ha tenido días en que esa vanguardia necesitaba apoyo, en que guardaba puntos importantes, en que por arte de birli hirloquc resultaba en retaguardia de la columna y en esos días el paisa ha sido un combatiente más, no mejor; pero tampoco peor que el de las fuerzas voluntarias o indígenas. .V primeros de junio marchó el Batallón a Tetuán para formar parte de la columna de desembarco del general Saro en Alhucemas; y es esta una época de intenso trabajo—de seis horas diarias de instrucción—que merecería capítulo aparte. Baste decir que gracias al talento organizador y a la capacidad de trabajo del general Saro, su brigada fué dotada de las secciones de especialidades de que carecía—obreros y explosivos, morteros, fusiles ametralladores y enlaces—y que estos, se especializaron de verdad; que el enlace entre tieiTa y aire y mar fué un hecho real; que los ejercicios fueron también reales, pues los granaderos de fusil y de mano se especializaron en granadas de guerra, previo el ensa3'0 con las de instrucción; y que los ejercicios del Batallón merecieron elogios de dos cultos y brillantes jefes extranjeros. Salpicados estos ejercicios fueron—valga la f r a s e de otros más reales todavía, sobre todo el del 17 de julio en Sidi-Donetz, donde el Batallón, que formaba columna con las mehal-las _ v harcas de Tetuán, se comportó tan brillantemente que su nombre—Tarifa—fué puesto a la posición principal establecida aquel día. Después vino la operación de Alhucemas, de la que no hay que hablar por lo reciente que está, por lo transcendente que ha sido para las armas españolas, por los elogios que hasta en el extranjero ha merecido; ¿quién duda que sin la preparación de toda clase; del estudio detenido de ella, hasta en sus menores detalles; del aprovisionamiento de material y víveres, de la acurnulaeión en parques de campaña de armamento, municiones y elementos de fortificación y sanitarios, y de la muy sólida de las tropas combatientes; quién duda, decimos, que la operación no hubiera sido tan fácil? Y quién duda también que aquellos cazadores de Tarifa, que aún continúan en estas que fueron tierras de Abd-el-Krim—¡algo contribuyeron al éxito de las operaciones sucesivas! Largo, muy largo se ha hecho este artículo; pero ¿no es cierto, lectores que hayáis tenido la bondad de leerme hasta el final, que estos paisas de Tarifa, han trabajado mucho y que su labor no debe de quedar oculta? Pues lo mismo ocurre con otros soldaditos de otros Batallones, lo cual quiere decir lo que afirmamos al principio: que aquí debe de emplearse el soldado voluntario y el indígena, pero que el paisa no es de despreciar; que lleva la misma sangre nuestra y que si nosotros servimos, indudablemente también él sirve; si sabe el que manda tocar a tiempo las fibras de su alma grande, las fibras de su alma de temple soberano, ¡las fuertes, vigorosas y bien templadas siempre, del alma de la raza española! Para terminar diré que aquí, en Alhucemas, son varios los soldados de Tarifa que estáu prestando servicio y han sido heridos dos veces, que hay algunos lo han sido tres, y que son cincuenta y tantos los que lo fueron en un combate. ¿No es esto, la mejor prueba de mi artículo? Así lo creo.
Julio M E N A .
El gobernador Je la colonia, general De Bozo, con el coronel Dolía, presidente de la comisión española
VISITA DE UNA MISIÓN MILITAR ESPAÑOLA AL EJERCITO ITALIANO DE LA TRIPOLITANIA
\A misión militar española, compuesta por el Coronel del Re.ií'imiento de cazadores de Alcántara Don Aniiel Dolía y l^ahoz—hoy General de Brigada—, Capitán del mismo Cuerpo Don Manuel Ponce de León y nuestro agre.síado militar en Roma, Comandante de artillería Conde de Llovera, ha visitado recientemente la Trijiolitania, floreciente colonia de Italia. Después de una permanencia no breve en la capital, durante la cual visitó la misión todos los cuaiteles y dependencias y fué muy agasajada por las autoridades militares y personas de mayo]- relieve, los comisionados
U
iniciaron, el día oO de noviembre, un interesante viaje por toda la costa y hacia el interior. Efectuaron, en quince días, un recorrido de más de 2.000 kilómetros, durante los cuales visitaron, sobre la costa, las poblaciones de Znara, Homs y Misurata; en la meseta, los campamentos de Kussabat, Beni-Ulid, TarJnma, Gavian, lefrcn, Dchiado y Nalnt, y en la zona ])re-desértica, la posición de Misda. Antes de regresar a Italia, la misión depositó una hermosa corona de flores naturales, de los colores de lispaña, sobre el monumento dedicado en Trípoli, a los muertos en campaña. Ll Coronel Dolía pronunció un
Escuadrón de Savaris: Fuerzas líbicas
^«
f'h
.Una, I erítrea en los alrededores de Tjípoli: Supuesto táctico desarrollado en Konor de la comiáión española
elocuente discurso, y a continuación desfilaron ante él las representaciones de los diferentes cuerpos que asistieron al acto, que resultó en extremo emocionante. A continuación damos ali^atnas notas interesantísimas que a rue.í^o nuestro nos remite un disting'uidisimo colaboi-ador.
I.a extensión superficial de Tripolitania es mayor que la de Marruecos; pero es menor, en cambio, su densidad de población. Además, el indío-ena de la Colonia está muy lejos de alcanzar la fiereza ni de poseer las cualidades combatientes de nuestro adversario del Rif. Se halla ya acostumbi'ado a la dominación extraña, pues los jalones más importantes de la actual red de Italia son, con escasas diferencias, los que en tiempos trazaron otros pueblos. Son muchas, en efecto, las pistas a lo largo de las cuales quedan aun en pié los postes telegráficos que los turcos plantaron, 3^, lo que es más de admirar aún, son algunos recorridos que se hacen siguiendo las columnas milenarias que los romanos del cónsul Balbo construyeron en la época de sus relaciones con el desierto. Y si a todo esto se añade que la amalgama, entre ílrabes y bereberes, ha sido incompleta; que los primeros constituyen el instrumento único del islamismo, al tiempo que los segundos han sufrido no pocas de las vicisitudes de los italianos, teniendo, más de una vez, que retirarse con ellos hasta la costa, abandonando a los sublevados sus hogares y rebaños, que no encontraron al regresar, deduciremos, bien claramente, que el problema militar de Tripolitania, en aianto a efectivos se refiere, es completamente diferente del nuestro en Marruecos. Otro tanto sucede desde el punto de vista táctico, líl terreno, en efecto, ofrece una serie de características para nosotros desconocidas, Las poblaciones costeras se hallan establecidas en los grandes oasis. Zuara, Trípoli, Homs, Sliten, Misitráta, etc. (de occidente a oriente) se hallan rodeadas de las maj-ores agrupaciones de palmeras de la Colonia, j a retaguardia de ellas se extien-
de la inmensa Dclicfara, tierra apenas ondulada, mezcla de sílice j arcilla, que podría, con mano de obra suficiente para ello, llegar a producir las infinitas especies de cereales, de árboles frutales y de plantas que el Instituto Agrícola de Trípoli, en su ret'into, presenta. La Dchefara integra la Colonia propiamente dicha. Su frente meridional se halla protegido por una interminable red, a modo de escalón, de 700 metros de altura, que a la meseta sube. Esta meseta, o ^^ehel de Xefiisa, es m;ís abrupui y difícil. Sobre su borde, como nidos de ¡íguilas u observatorios de la inmensa faja costera, se hallan establecidas las posiciones de Naliit, Ddiiado, lefrcii. Garian y 7a/-///»¿í7,-las mismas que los turcos ya emplearon, y las mismas, acaso, que antaño sirvieron a los vansurianos, y a vándalos y árabes, para conquistar primero, y dominar, después, a los rebeldes sucesivos. De la meseta, hacia el sur, se desciende poco a poco, Y a medida que se desciende, la vegetación }• la población decrecen. Los olivos, que \arios siglos han conocido, desaparecen pronto; los colores, más tarde, van cambiando, y los últimos palmitos no tardan en ceder su puesto a la piedra, que acaba, poco a poco, por cubrir toda la tierra hasta el horizonte. En esta zona (prcdcscrtica), los oasis, es decir, las pequeñas agi^upaciones de pozos y de palmeras, señalan el emplazamiento de los. puestos m;is avanzados, que distan, entre si, centenares, aveces, de kilómetros. En estas condiciones se comprende: que la ocupación no exige un contingente grande; que la proporción de artillería puede ser pequeña, y que los servicios pueden quedar, con respecto a los nuestros, considerablemente reducidos. Sin embargo, \osprincipios fandaiiiciitalcs son siempre interesantes. Las fórmulas dotadas de coeficientes suficientemente elásticos pueden ser aplicadas a casos, ciertamente difei-entes. Y si en cuenta tenemos que la experiencia de los italianos en Tripolitania tiene con la nuestra no pocas analogías, y recordamos que las reacciones que a los sucesivos reveses han sucedido, han tenido, cada una de ellas, características muy personal
Batallón líbico
les, Ueifaremos ;i realzar, incluso, el interés de aquellos principios. ^\ primero, el primordial, consiste en operar en las Colonias con fuersas exclusivamente coloniales; esto es: con un ntícleo principal de elementos no nacionales; y con otro secundario de unidades peninsulares de voluntarios. Italia tiene sobre las armas, en Tripolitania, un ejército de unos L'o.OOO liombres, c\ijo esqueleto se halla integrado de batallones indíy-enas (líbicos), eritreos y penin sulares, en la proporción de cinco a ocho y a dos. El scL^nndo se tjasa en la energía. La primera conquista de Tripolitania, la que si^-uió a la ,i;uerra ítalo-turca \ condujo a los reveses de 191"), fué llevada a cabo con cuerpos de ejército italianos. La sci^unda, fué la conquista del listatuto, la de los acuer-
dos y tr; nsacciones, \-erdadera penetración pacifica, que llevó, en derechura, a la sublevación de 1919. La tercera, finalmente, ha sido la de la experiencia, la del ejército excliisivamcnte indígena^ de la energía, de la intransigencia, y es la que ha proporcionado la absoluta pacificación actual, lia sido realizada c o n los citados batallones de libicos y eritreos, que no tienen más italianos que los oficiales y un escribiente por compañía; con un núcleo de escuadrones indi^-enas ori^-anizados en idénticas condiciones, y con un grupo de baterías de montaña en las que todos los artilleros, hasta los jefes de pieza inclusive, son indíi;enas de pura raz.a y g-entes del corazón de Libia.
C. M. C.
se puso en pie y marchó adelante... Le dieron un pacazoen el costado. No le llevaron a enterrar entre cuatro oficiales, en caja de oro con tapa de cristal; le atravesaron en un mulo, y así fué hasta un cementerio de retaguardia; lasmoscas se posaban en su sangre cuajada. Allí, en una zanja larga como una trinchera, se alineó por última vez con compañeros «rebajados de servicio». Rezó el pater unas «Del Ilaréa a Alhucemas.» letanías, y los taparon con tierra roja. Vístase usté de luto López Rienda. Calpe 1925 —si le parece—y échese usté a llorar, porque, desde luego, Mambrú no volverá... Lo sé, pues yo era el que arrea11 AS crónicas de guerra constituyen ya un oénero lite- su al mulo.» He aquí en cambio, también como Pío Baroja, |l rario perfectamente definido, e incorporado, en po- ba gusta de poner entre la lisura fecunda de la prosa de ' ^ / tencia por lo menos, a las retóricas de nuevo cuño, que sus libros, alguna que otra página, adornada con todos los sobre todo a partir del tenaz e inevitable ejere-ció a que se fastuosos artificios de la Retórica, este retrato de Millán vieron sometidas durante los cuatro años de la todavía Astray: «Quien vez le vio, ya no le olvida, estremecidoharto cercana guerra europea. Son susceptibles, pues, de como el flexible una arco al lanzar la saeta, o cual acero toledacuantas clasificaciones quiera establecer el preceptista. Por na; ardiéndole los bajo el chambergo, su noble coroejemplo ésta: crónicas de guerra de ocasión y crónicas de na; y aquel rostro ojos viril, y el brazo alzado señalando hacia guerra de especialista Aquellas son fruto accidental de un las montañas moras: «Allí están las estrellas para las gueescritor metido a testigo de batallas y de episodios militalegionarias, hijos míos.» Y su albo guantelete ante res por imperativo áz\ director de una gaceta o por espon- rreras azul era garra de un blanco jerifalte.» O esta imprecatánea y transitoria curiosidad de su espíritu; estas otras, en el de los días amargos: «¡Los Santiagos de nuestros retacambio, son el resultado de una larga labor de perseveran- ción blos dorados! Allí, en sus albos, bellos caballos, acuchillan cia en el estudio y de convivencia con el medio que tratan moros. Son entre el Senado de los sosegados Santos, un de reflejar. blandir de lanza, un claro golpe de espada clara. España. A este tipo, que es sin duda el que con mejores títulos España y su viejo ademán hidalgo. Pero, hoy, ¡oh paladín representa el género, pertenecen las reunidas en el libro santo! ¿dónde estás? ¿por qué no nos guía tu espada? flamínuevo de López Rienda. A este tipo, y dentro del mismo, gera? Mientras tan cerca de nosotros que oíamos sus coal especialísimo grupo de las crónicas de guerra colonial y razones, agonizaban hermanos, ¡cuántas veces miré a Iosnorteafricana. No es preciso decir hasta qué punto ha con- cielos en busca del prodigio, esperando verte emerger seguido el autor su bien cimentado y merecido prestigio entre los arreboles púrpura, como de un mar de sangre y africanista, ni el esfuerzo de todos los días que ha puesto llamas, por caudillo de tus españoles?.. Y nada, innactipara ganar su brillante ejecutoria de cronista de guerra. vos, tristes, mirábamos las armas, que todo lo pueden, Cronista de guerra ejemplar y veterano, cuyo nombre figu- cuando tras ellas hay un corazón!» ra en la cabece'-a del imaginario escalafón de todos los periodistas, que los azares y las emociones de la campaña Pero no todo es prosa en este libro singular. Hay versos han traído a Marruecos. también: sonetos de sabor arcaico, cuyos endecasílabos han El 1925, por lo demás, ha sido un año decisivo en esta olvidado las reglas fáciles y seguras de la preceptiva, para campaña. Empezado bajo la impresión reciente y sangrante buscar de nuevo, en tanteos inciertos, el secreto de su volunde la retirada, y concluido cuando aún resonaban los ecos tad de forma, largos pareados sin fijeza métrica, que nan saheroicos de la hazaña de Kudia Tahar y los clarines victo- bido vencer la tentación de acabar en tetrastrofos; roriosos de Alhucemas, ha dado tiempo en su curso para un mances y cantares hechos de las cosas pequeñas de cada fenómeno, que por lo retrasado de su advenimiento, se día, pero con la misma levantada inspiración del Romancreía ya casi imposible, y que sin embargo, era y es la clave cero; versos libres, como los de La novia, Los dos granade la penetración europea en Marruecos: aludo a la inteli- deros y La fábula de Filemón y Baucis, donde modernidad gencia francoespañola. Fué preciso que Abd-el-Krim estre- y antigüedad se odian con rara perfección de ajuste. Y mara su audacia y agrediera las líneas francesas con un junto a todo esto, en el amplio margen de cada página, saempuje del que nunca hasta entonces le habían supuesto bias citas en latín, textos bíblicos, textos clásicos de los griegos o de nuestros cronistas de la edad de plata y de la capaz nuestros vecinos. "edad de oro, frases escogidas en la antología de todas las En este momento espeso, oscuro, lleno de augurios literaturas occidentales, para ornamento del libro, que de adversos y de rumores inciertos, empieza López Rienda su este modo acrece su valor con una copiosa serie de ilustrarelación Es grato seguirla, ahora que los sucesos recientes ciones eruditas. conser yfan su frescura en el recuerdo, y precisan de paso feBárbaro y clásico. Bárbaro y clásico y moderno. A.sí es chas y lugares, que se empiezan ya a dibujar. Pero mucho más grata será su lectura cuando a la vuelta de los años, y el libro. Así es el Tercio también, cuya fisonomía ha sido ya claudicante la memoria de estos días, nos lo resuciten reproducida con toda fidelidad y belleza por la pluma de las páginas sencillas y precisas de estas ejemplares cróni- Santa Marina, que lo mismo que el Tercio, ha ligado en un haz los tres contradictorios y sueltos elementos de esta excas de guerra especialista. traña paradoja. Pero aquí surge lo más sorprendente. El que escribe con tanta seguridad e intimidad del Tercio y de Tras el águila del César.-Eleáía del Tercio (l921-l923). la guerra de Marruecos, no ha sido nunca legionario, no ha Luys Santa Marina. Paulino Barnoteini. Dueso, 1925 estado siquiera en estos campos africanos. Le han bastado Blanda aún la arcilla que sirvió a las manos creadoras algunas informaciones indirectas sobre la inforniación dede Millán Astray para modelar su legión, sobrevino el de- tallista e inmediata de un legionario de verdad para composastre del 21. Entonces, con la sinceridad de superar la ner su libro, que ha sido escrito, más que de memoria, d e derrota y de recuperar lo perdido, dio la hora de probar las imaginación. Este dato, que es absolutamente imperceptible condiciones de la nueva tropa colonial. Y de la prueba re- a todo el que lea el libro sin previo conocimiento de él, no sultó el más bizarro y glorioso certificado de aptitud. Pocos debe extrañar demasiado. Es una prueba más de que en casos registra nuestra historia militar de un Cuerpo que literatura, más que una contigüidad con el tema, conviene a iniciara sus campañas con un ansia tan combativa, tan im- veces la perspectiva de una gran lejanía. Y por otra parte, placable, tan rabiosa, tan impaciente y sedienta de lucha, hay numerosos ejemplos de casos parecidos. Sin salir del tan codiciosa de gloria y tan jactanciosamente de.sprecia- Tercio, y de esta misma campana de otoño e invierno dora de la vida como el Tercio. El nuevo Cuerpo, queriendo de 1921 y 1922, se puede recordar el caso del periodista hacer honor a la vieja prosapia que se atribuía al decirse Fernández Pinero, que popularizó el seudónimo de «Juan heredero de los que lucharon siglos atrás en los campos do Ferragut», escribiendo desde Madrid para Nuevo Mundo Italia y de Flandes, se empeñó en labrarse una precipitada las cartas de un supuesto legionario. Pero es preciso no y brillante historia militar, y cobrando en cada hazaña, no confundir. Entre uno y otro hay tanta distancia como la quea un paisajista de temple de un iluminador de posfatiga, sino nuevos y más audaces alientos, ganó en pocos separa meses una fama, que a pesar de sus resonancias legenda- tales. rias, ha sabido conservar siempre a costa de sangre geneJ. O. C. nerosa y admirable tesón. El libro de Santa Marina trata de estos primeros tiempos del Tercio, de los días heroicos que siguieron a su bautismo de fuego. Es el cuaderno de notas de un legionario, venido E'MCUABEM'MAC l Ó H de Norteamérica para luchar bajo las banderas heroicas. Como en casi todos los libros de su clase, estas notas, hilvaLo/ scñorey- suscriptore/ Je la REVISTA D E T R O nadas un poco al azar, carecen de la arquitectura del relato PAS C O L O N I A L E S puedeiv enviar" su colecciórv, continuado; pero tienen sobre la mayor parte de ellas, las correspondiente al año 1925 a lo/ tallere/ He Enctíadercalidades literarias de su pro.sa de tal modo trabajada y nación. de la E D I T O R I A L H É R C U L E S , eiv la compuesta, que hacen de esta «Elegía del Tercio» quizá la seguridad de que se le/ servirá una encuademación, obra más cumplida de cuantas hasta ahora ha producido la eleéante, sólida y perfecta por** un precio módico. literatura legionaria. Con razón ha comparado alguien su La encuadernaciórv llevará el índice de materias de estilo al de Pío Baroja, por la línea precisa con que dibuja; y todo el añopor el ritmo de cosa viva, a que se ajusta su aparente desaliño. He aquí, por ejemplo, esta «Canción de Mambrú, dicha P A S E O DE C O L Ó N - C E U T A de nuevo» y dedicada a una madrina de guerra: «Señora, terminó igual que en los romances. Había mucho plomo.
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LINEA A GUBA'MÉJIGO Servicio mensual saliendo de Bilbao el día 16, de Santander el 19, de Gijón el 20, de Coruña el 21 para Habana y Veracruz. Salidas de Veracniz el 16 y de Habana el 20 de cada mes, para Coruña, Gijón y Santander. LÍNEA A PUERTO RICO. CUBA, VENEZUELA COLOMBIA Y PACÍFICO Servicio mensual saliendo de Barcelona el día 10, de Valencia el 11, de Málaga el 13 y de Cádiz el 15 para Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de la Palma, Puerto Rico. Habana, La Guayra, Puerto Cabello, Cura<;ao. Sabanilla, Colón y por el Canal de Panamá, para Guayaquil, Callao, Moliendo, Arica, Iquique, Antofagasta y Valparaíso. LÍNEA A FILIPINAS Y PUERTOS DE CHINA Y JAPÓN Siete expediciones al año saliendo los buques de Coruña para Vigo, Lisboa, Cádiz, Cartagena, Valencia, Barcelona, Port Said, Suez, Colombo, Singapore, Manila, Hong-Kong, Shanghai, Nagasaki, Kobe y Yokohama.
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LÍNEA A LA ARGENTINA Servicio mensual saliendo de Barcelona el día 4, de Málaga el 5 y de Cádiz el 7, para Santa Cruz de Tenerife, Montevideo 3/ Buenos Aires. Coincidiendo con la salida de dicho vapor llega a Cádiz otro que sale de Bilbao y Santander el día último de cada mes, de Coruña el día 1, de Villagarcía el 2 y de Vigo el 3, con pasaje y carga general para la Argentina. LÍNEA A NEW-YORK. CUBA Y MÉJICO Servicio mensual saliendo de Barcelona el día 25, de Valencia el 26, de Málaga el 28 y de Cádiz el 30, para New York, Habana y Veracruz. LINEA A FERNANDO PÓO Servicio mensual saliendo de Barcelona el día 15 para Valencia, Alicante, Cádiz, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de la Palma, demás escalas intermedias y Femando Póo. Este servicio tiene enlace en Cádiz con otro vapor de la Compañía que admite carga y pasaje de los puertos del Norte y Noroeste de España para todos los de escala de esta línea.
AVISOS
IMPORTANTES
Rebajas a familias y en pasajes de ida y vuelta.—Precios convencionales por camarotes especiales.—Los vapores tienen instalada la telegrafía sin hilos y aparatos para señales submarinas, estando dotados de los más modernos adelantos, tanto para la seguridad de los viajeros como para su confort y agrado.—Todos los vapores tienen médico y capellán. Las comodidades y trato de que disfruta el pasaje de tercera, se mantienen a la altura tradicional de la Compañía. Rebajas en los fletes de exportación.—La Compañía hace rebajas de 30 % en los fletes de determinados artículos, de acuerdo con las vigentes disposiciones para el Servicio de Comunicaciones Marítimas.
SERVICIOS COMBINADOS
Esta Compañía tiene establecida una red de servicios combinados para los principales puertos, servidos por líneas regulares, que le permite admitir pasajeros y carga para: Liverpool y puertos del Mar Báltico y Mar del Norte.—Zanzíbar, Mozambique y Capetown.—Puertos del Asia Menor, Golfo Pérsico, India, Sumatra, Java y Cochinchina.—Australia y Nueva Zelandia.—lio lio, Cebú, Port Arthur y Vladivostock.—Nevi^ Orleans, Savaimah, Charleston, Georgetown, Baltimore, Filadelfia, Boston, Quebec 5^ Montreal.—Puertos de América Central y Norte América en el Pacífico, de Panamá a San Francisco de California.—Punta Arenas, Coronel y Valparaíso por el Estrecho de Magallanes.
SERVICIOS COMERCIALES
La Sección que para estos servicios tiene establecida la Compañía, se encargará del transporte y exhibición en Ultramar de los Muestrarios que le sean entregados a dicho objeto y de la colocación de los artículos cuya venta, como ensayo, desean hacer los exportadores.
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EDITOAIAI, MÜtROlltS» Macltid-Ccat»
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0001-9763-africa-madrid | 19260301_00000.txt | 1926-03-01 | NA-- | 00000 | 20,529 | "A F RIC A\n\nREVISTA D E TROPAS COLONIALES\n\n*l\n\n^i^-^m4mm^^>^^''\ni\nM A R Z O 1926\nVENDEDO(...TRUNCATED) |
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0001-9763-africa-madrid | 19261101_00000.txt | 1926-11-01 | NA-- | 00000 | 23,977 | "ÁFRICA\n\nREVISTA D E TROPAS COLONIALES ^ ^\n\nNOVIEMBRE\nt-. i 9 a 6 ~j\n\nCRISANTEMOS\npor M.(...TRUNCATED) |
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Spanish-Public Domain-Newspapers or Spanish-PD-Newspapers is a large collection aiming to aggregate all Spanish monographies in the public domain. As of March 2024, with Spanish-PD-Books, it is the biggest Spanish open corpus.
Dataset summary
The collection contains 247,491 individual texts making up 2,697,414,811 words recovered from multiple sources, including Spanish leading cultural heritage institution Biblioteca Digital Hispanica (BDH) and Internet Archive. Each parquet file has the full text of 2,000 books selected at random.
Curation method
The composition of the dataset adheres to the criteria for public domain works in the EU and, consequently, all Berne-countries for EU authors: any publication whose author is dead for more than 70 years. Additionally, the initial consolidation of public domain status for cultural heritage operates in the EU under the 2019 Copyright Directive (art. 14).
Uses
The collection aims to expand the availability of open works for the training of Large Language Models. The text can be used for model training and republished without restriction for reproducibility purposes.
The rationales for creation of this collection are multifold:
- Scientific: We observe that the closure of training corpora represents a major barrier to AI research. Large language models face a real crisis of reproducibility.
- Legal: With the adoption of the AI Act with its obligations in terms of copyright law compliance for the pretraining corpora, the European AI ecosystem will have to change its provenance practices.
- Cultural: The linguistic diversity of the European Union is currently underrepresented. Unlike web archives, open, heritage, administrative, or scientific texts are often of high quality: they are long, multilingual, and editorialized publications.
- Economical: Today, value capture is concentrated on players whose financial resources are already considerable, allowing them to collect or purchase data at a high price. Making a royalty-free corpus available to as many people as possible frees innovation in uses and minimizes economic dependencies on dominant actors.
License
The entire collection is in the public domain in all regions. This means that the patrimonial rights of each individual or collective right holders have expired.
There has been a debate for years in Europe over the definition of public domain and the possibility to restrict its use. Since 2019, the EU Copyright Directive states that "Member States shall provide that, when the term of protection of a work of visual art has expired, any material resulting from an act of reproduction of that work is not subject to copyright or related rights, unless the material resulting from that act of reproduction is original in the sense that it is the author's own intellectual creation." (art. 14)
Future work
This dataset is not a one-time work but will continue to evolve significantly in three directions:
- Expansion of the dataset to the late 19th and early 20th century works and its further enhancement with currently unexploited collections coming from European patrimonial data repositories.
- Correction of computer generated errors in the text. All the texts have been transcribed automatically through the use of Optical Character Recognition (OCR) software. The original files have been digitized over a long time period (since the mid-2000s) and some documents should be. Future versions will strive either to re-OCRize the original text or use experimental LLM models for partial OCR correction.
- Enhancement of the structure/editorial presentation of the original text. Some parts of the original documents are likely unwanted for large scale analysis or model training (header, page count…). Additionally, some advanced document structures like tables or multi-column layout are unlikely to be well-formatted.
Acknowledgements
The corpus was stored and processed with the generous support of Scaleway. It was built up with the support and concerted efforts of the state start-up LANGU:IA (start-up d’Etat), supported by the French Ministry of Culture and DINUM, as part of the prefiguration of the service offering of the Alliance for Language technologies EDIC (ALT-EDIC).
Corpus collection has been largely facilitated thanks to the open science LLM community insights, cooperation and support (Occiglot, Eleuther AI, OpenLLM France, Allen AI).
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